

Un Comando Espiritual


Convengamos, en esta lucha del Mal contra el Bien, el Sitráh Ajaráh (o el Otro Lado) va ganando. La agenda del mal, que claramente manipula con un plan a largo plazo, viene demostrando su astucia desde hace décadas (o siglos?) en lo que podríamos denominar “una guerra por las almas” (recordando que alma, en griego es psique).
Uno de los problemas es que, a esta altura, ya no podemos identificar al enemigo. Antiguamente, por lo menos para los judíos, era claro: los filisteos, los persas, los griegos, los romanos, los inquisidores, los cosacos, los nazis, por poner solo algunos ejemplos.
Pero ahora es excepcionalmente complejo rastrear e identificar, cual virus, a todas las fuerzas que promueven este asalto, que nos llega desde todos los rincones a través de mensajes subliminales en carteles por las calles, o mediante los medios de “incomunicación”, por las redes sociales, los profesores en las universidades, maestros en escuelas, médicos pagados por laboratorios, turbas violentas, bancos e instituciones; jueces puestos a dedo, políticos mentirosos, y un largo etcétera.
Todos ellos han generado -con una estrategia clara- una ceguera colectiva y pasividad mental creando el ambiente favorable para ejercer su malvado poder y encima justificarlo sin pudor como si fuera una revolución necesaria para el crecimiento; lo cual confirma, en la carne, que estamos atravesando el eón o la Shmitá de “Guevuráh” (o severidad).
Ya no hay más dudas. No se trata de una “teoría conspirativa” sino de la realidad cotidiana. Este sometimiento y esclavitud está siendo generada por “conspiradores” que no identificamos y no reconocemos, favorecidos por la virtualidad.
También podría llegar a ser el vecino de al lado, una persona decente y trabajadora que con su actitud indiferente o complaciente sigue con su rutina. Ajeno a los planes globales, el vecino sabe inconscientemente que es impotente para atraer ningún cambio sustancial y por lo tanto, cae víctima del sistema que lo creó y suma, con su letargo, a las fuerzas del mal.
Destruir los mecanismos de pensamiento y análisis, mantener una mente dormida que no pone en duda nada, ni actúa, y previene el entendimiento de que estamos en guerra forma parte del plan satánico. Así, nadie se molesta y el mal, que incluye entre otros, educación pornográfica, ocupa cada resquicio sin ninguna oposición guiando todo desde la más tierna infancia en su interesada dirección.
¿Qué hacer?
Asumirse como un comando espiritual es una propuesta que requiere de más inteligencia. Un comando espiritual se entrena físicamente para evitar enfermarse y ser fuerte en batalla; emocionalmente para balancear sus estados psíquicos y responder adecuadamente a cada situación; mentalmente desarrollando habilidades psíquicas, cuestionando, ejercitando su creatividad, dándole espacio a su intuición, informándose, anticipándose, con CADA COSA que le sucede.
Un comando espiritual se entrena en velocidad, coordinación, fuerza, resistencia y flexibilidad en todas las áreas de su vida.
Un comando espiritual se educa en estrategia, liderazgo, oportunidad, lingüística, análisis, psicología, y desarrolla la capacidad de conocer profundamente a su enemigo.
Un comando espiritual forma parte de una élite apegada a la elevación y al crecimiento en todas las áreas; tiene capacidad individual y se especializa en defender atentamente, en tiempo y forma, lo sagrado de forma ingeniosa, como la vida, la libertad, la justicia, la palabra, la familia, la educación de los hijos, la naturaleza, la continuidad.
Un comando tiene una táctica pero además, está entrenado para improvisar durante el combate y salir ganando.
Un comando espiritual actúa continuamente posicionándose más alto lo que le da un visión más amplia, y le permite acceder a mundos superiores y recibir mucha más luz.
Un comando espiritual respeta la jerarquía divina, sabiendo que el mal está por debajo del bien, y actúa en consecuencia.
©Ruth Percowicz - Todos los derechos reservados