

La Segunda Ola


Tal como estaba previsto y para beneplácito de las políticas totalitarias de numerosos gobiernos, la segunda ola de contagios de coronavirus ha vuelto para aterrorizar y encarcelar a cientos de millones de personas. Sin importar de qué manera, ya sea imponiendo un estado de sitio disimulado renombrado como “estado de alarma” y frases pomposas, o anunciando un sospechoso número de muertes y contagios, o utilizando el miedo como antigua y exitosa herramienta; el poder pretende (y lo está haciendo con gran facilidad) humillarnos por segunda vez, apelando a la cobardía e ignorancia de una mayoría pasiva y dispuesta a morir, y dejar morir, sin haber luchado.
Por eso, es momento de repasar algunos principios desde la perspectiva judía: la doctrina que incluye los aspectos místicos, establece que debemos luchar con lo necesario para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias y evitar el contagio, discerniendo lo mejor para cada uno en cuanto a salvaguardar la salud; y además, obedecer lo que nos indican las autoridades sanitarias del lugar de nuestra residencia. Esa conformidad (o subordinación) es también una -mitzvá– un mandato rabínico judío.
Se plantean en este sentido varios dilemas morales, como que por ejemplo, la obediencia implica un aislamiento que impediría salvar la vida del prójimo (que es otra mitzvá, Pikuaj Nefesh) o acompañar a los mayores y enfermos, o tomar las decisiones que cada familia cree pertinentes poniéndose en juego, entonces, un asunto de libertades. Que la vida es más importante que la Ley. La conciencia de que los arbitrarios decretos impuestos por ciertas autoridades no han sido lo suficientemente estudiados, ni prevenidos -habiendo tenido el tiempo y la experiencia de la primera ola- ni científicamente, ni democráticamente, ni económicamente, ni socialmente, ni naturalmente. O sea, no se ha aprendido nada.
La palabra hebrea para cuarentena o aislamiento es "bidud" -בדד- misma raíz de la palabra “meditación” o “hitbodedut”. En este sentido, no hubo mejor sincronicidad para comenzar a meditar con Cábala hebrea -y ahora seguir haciéndolo- que durante este período regresivo y sombrío.
Aquí también surge un conflicto, a pesar de que la palabra es la misma. Obviamente, por contexto inferimos que se trata de cosas diferentes, estar aislado en cuarentena es una dura experiencia, mientras que estar aislado creando o reforzando la conexión con lo divino, o buscando el Ser Superior puede generar momentos de éxtasis y revelación.
El “Bidud” puede ser deprimente, pero sopesado de manera adecuada puede ser el momento perfecto para conectarse con la divinidad, elaborar estrategias, reformular prioridades, profundizar en la mejor manera de prevenir contagios y fortalecer el sistema inmune, por fuera de las imposiciones de índole satánicas y fragmentarias a las que estamos siendo sometidos. El silencio del Bidud (aislamiento) y la práctica de la Hitbodedut, nos proponen al mismo tiempo una conexión profunda y la renovación de parámetros para vivir mejor.
Encontrar astutamente la manera de resolver situaciones por cuenta propia sin depender de otro, requiere de madurez y discernimiento, cualidades que deben ser cultivadas debidamente para tomar la mejor decisión para todos.
"Y cuando los problemas llegan a un hombre, debe mirar a sus obras, y no solo a las que le conciernen a él y al Todopoderoso, sino a las que se refieren a sí mismo, a su cuerpo, a su carne, a su propia salud. Hay momentos en que uno debe apartarse de la Ley, si al hacerlo puede salvarse a toda una comunidad…” Rabi Israel Salanter (1810-1883)
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