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El Éxodo de Moisés

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Ex. 3:11 “Y le dijo Moisés a Dios, ¿Pero quién soy yo para ir ante el faraón y sacar a los hijos de Israel de Egipto?

 

Para la Cábala, el despertar espiritual es un proceso permanente relacionado con remover capas de densidad que obstruyen la luz que efectivamente somos, o reconocer y adoptar la divinidad que inexorablemente contenemos, y además manifestar la Unidad.  

Es una transformación en la que los conceptos y certezas rígidas se diluyen, es la constante eliminación de la percepción de separación y la apertura al Sí Mismo Superior o a la mejor versión de nosotros mismos.  

 

Los personajes arquetípicos que nos presenta el texto bíblico evidencian concreta y hasta cruelmente este proceso, y ningún héroe o heroína aparecen exentos del mismo. La Toráh no se inclina ante ningún hombre y destaca de manera prominente las fallas incluso de sus más grandes protagonistas. En este sentido, este tipo de relatos únicos en la literatura antigua son refrendados, corriendo riesgos apocalípticos, por el Talmud: “Las experiencias de los patriarcas prefiguran la historia de sus descendientes” (Tanjumá Lej Lejá 9).

 

A tal punto llega esta modalidad que el líder hebreo y profeta máximo elegido por Dios, Moisés, muestra en todos los libros del Pentateuco atributos dignos de tratamiento terapéutico: impaciencia, enojo, arrogancia, cobardía, baja autoestima y hasta falta de fe. Por momentos parece la descripción de una persona común y corriente de hoy día, con distintos grados de neurosis, y no del líder de todo un pueblo o de un príncipe de una vastísima civilización.

 

Criado y educado en la realeza, probablemente en una familia disfuncional,  se trataba de una persona contenciosa e impulsiva a quien le costaba controlar su temperamento y con arrogante omnipotencia decidía hacer las cosas a su manera en vez de confiar en Dios, a pesar de haber sido especialmente designado por Él. 

Sin embargo, la elección de Moisés representa el viaje del héroe en Occidente, que debe enfrentarse a sus propias dudas fundamentales, confusión, agitación interna y externa, frustración e impotencia. 

Este éxodo personal desde la proyección a la individuación es un encuentro sagrado entre el ego (Iesod) y el Sí Mismo (Tiferet) que lleva a la redención personal y colectiva. 

 

Moisés es una figura enigmática de desafío psicoespiritual. Explorar los movimientos en el éxodo de Moisés desde una perspectiva psicológica profunda, es considerar los límites propios de la integridad humana y espiritual,  las potencialidades infinitas y la finitud aterradora, la interacción de la luz y sombra, el misterio y la miseria de la peregrinación que llamamos vida.

 

Este camino es un patrón de superación personal, proceso en el cual mueren etapas dando lugar a otras, que incluyen sincronicidades que van torciendo el camino hacia el objetivo preciso con gratas sorpresas y otras no tanto. 

Así Moisés pasa de una comodidad aparente (su vida como príncipe), a la manifestación de la crisis (el asesinato del egipcio), a la caída (Dios lo elige y Moisés se niega), a afrontar la situación (se enfrenta con el Faraón), la batalla (el éxodo con todo un pueblo desconfiado en sus espaldas) hasta el resurgimiento (toma de conciencia y libertad). Podríamos repetir esta estructura por lo menos una docena de veces con episodios mosaicos igualmente paralelos.

Sus acciones en la búsqueda de la Unidad interior, se expresan además a través del balance entre lo femenino y lo masculino, tanto en el exterior  como en su interior, lo que se evidencia en su defensa de las mujeres en varios sucesos bíblicos.

 

Las conversaciones apasionadas entre un arquetípico Moisés y Dios registradas en los versículos revelan un diálogo auténtico donde el intercambio crea nuevos entendimientos que profundizan la relación, establecen confianza, lidian con los miedos y generan la potencialidad y el bienestar mutuos: el de Moisés consigo mismo. 

Moisés nos muestra la dramática intimidad y necesidad humana de conversar con lo Divino, con Uno Mismo manteniendo una confrontación insondable a tal punto que entonces nace la conciencia. 

Nuestro héroe finaliza su éxodo personal, libera y se libera entendiendo que esa virtud es un estado mental.

Aquello que estaba atrapado, esclavizado, sumergido en las oscuridades del ego, se emancipa, se redime al igual que el pueblo; liderado por un Moisés más maduro, más consciente que acepta su misión y a pesar de las enormes dificultades, la cumple.  

 

Este domingo 28 se inicia Pesaj (Pascua judía), momento especial para iniciar nuestro éxodo desde la confusión hacia la luz.

 

©Ruth Percowicz - Todos los derechos reservados

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