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¿Cuándo has Dejado de Bailar?

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Dicen que, cuando alguien enfermaba, los sabios y chamanes preguntaban “¿Cuándo has dejado de bailar?...” 

La enfermedad y el dolor involucran al cuerpo, la emoción y la mente. Con la danza sucede lo mismo. La danza puede promover el bienestar y la salud al fortalecer el sistema inmunológico a través de la acción muscular y de la estimulación de los procesos fisiológicos. Condiciona a un individuo a moderar, eliminar o evitar la tensión, la fatiga crónica y otras condiciones incapacitantes que resultan de los efectos del estrés provocados por la misma enfermedad. La coordinación y ritmo aparecen en quien más quien menos, la energía positiva y natural circula por todo el ser. Cambia el magnetismo, se modifica la vibración. En muchos casos el bailarín se deja fluir y controlar por un poder superior que trae curación desde lo espiritual,  el movimiento mismo produce una dinámica emocional con liberación de hormonas y cambios en los estados de conciencia, mejorando, además, la capacidad física.

La danza también suele ser considerada una conversación directa e íntima con la divinidad sin necesidad de elaborados rituales ni fórmulas extrañas.

Desde ya el jasidismo asocia desde un principio el movimiento físico guiado por la música, como un camino de devoción (1), o devekut. 

En su aspecto teológico tiene efectos indudables en el mundo espiritual. La danza, según algunos cabalistas, tiene un sentido catártico y por lo tanto sanador. El Rabi Najman de Breslov explica que el antídoto o remedio para una enfermedad es la alegría del baile cuyos movimientos circulares alrededor de un eje (el cuerpo, o en ronda) drenan energía de la Shejináh a la Tierra, para alumbrar el alma del enfermo en una unión sanadora, en término cabalísticos una comunión entre Iesod y Malkut. 

En un preciso momento, ese de la danza genuina cuando no hay tiempo ni espacio limitantes, el bailarín que gira sobre sí mismo es tanto masculino como femenino y no hay fragmentación dentro de la emanación vinculada a la transformación y la libido, o la fuerza creadora de la energía vital. De ahí, la posibilidad de fortalecer el sistema inmune y hasta, tal vez, curar enfermedades.

Por eso resulta emotivo cuando se desvía la atención de los parciales medios informativos y la hasta ahora limitada y oportunista ciencia médica -o ese conocimiento estadístico, objetivo y verificable sobre una materia, sospechado de corrupción- y miles de personas se unen en un sencillo baile.

El “Jerusalema Challenge” (Master KG y Nomcebo Zikode) que se ha vuelto viral en las redes sociales propone una canción y un simple baile con el objetivo de brindar "gratis" un momento de alegría y sanación en medio de la pandemia. 

La danza comenzó con un grupo de amigos bailando en Angola cuando los encierros -en muchos casos innecesarios- comenzaron a oscurecer las mentes y cerrar los corazones del mundo. En lenguaje zulu, la canción le implora a Dios que lleve al eventual cantante a la ciudad celestial de Jerusalem... "Jerusalén es mi hogar, por favor, ven conmigo. Por favor, protégeme y no me dejes atrás porque Jerusalén es mi hogar", afirma la traducción de la letra al español.

El status femenino y atribución de “Sheijináh” a Jerusalem ya es un clásico abordado por grandes cabalistas y textos gnósticos, al igual que la “Jerusalem de Arriba” o “la novia”.

Quizás la cura de las enfermedades provengan desde la Jerusalem Celestial. O de la alegría unificada en un baile compartido.

De seguro que la sanación no vendrá “de afuera”  y si algún remedio sintético pretende imponerse como la cura ya sabemos que a largo plazo no lo será. Solo por no ser natural, dejará de tener efecto cuando aparezca una mutación o una nueva enfermedad, o tendrá “efectos colaterales” graves. Nada que ver con sanar. Y así se repetirá el ciclo de ignorancia, dominio, miedo, interés y cobardía perpetuado por “comités de expertos”.

Esas “autoridades” en supuesta representación de un colectivo, no son quienes con sus políticas decisiones curarán la enfermedad;  sino la creatividad y el esfuerzo concertado desinteresado, apolítico, sin auspiciantes, ni grandes marcas, de un origen sencillo y hasta “poco adecuado” que conmueva desde el cuerpo hasta el espíritu. 

De seguro que la salud y el retorno a la Unidad serán estimulados desde lo profundo y elevado, desde lugares en donde lo material no abunda sino lo sencillo y natural.

Así es como sin pretenderlo, aparecen héroes desconocidos, que actúan desde entornos increíblemente desfavorecidos (en donde la medicina moderna, claro, no llega), siendo genuinamente quienes son, expresando afecto y contención, generando alegría y movilización, con la intención adecuada; que desde su humilde posición crean salud y generan alegría en todos. Obvio que tienen éxito. Sus fórmulas funcionan y para siempre. Y no hay ningún laboratorio, ni gobierno, ni ONG, ni nada que los supere. Ellos tienen más claras las prioridades humanas porque de forma amorosa y espontánea, sin saberlo, rescatan a personas de lugares oscuros, sin esperar nada a cambio. 

De ellos es la Jerusalem Celestial. 

 

1. (Levi Itzjak de Berditchev, Moshe Leib de Sasov, Jaim de Kosov, Iaacov Iosef de Polonye, Dov Ber de Mezeritch, Najman de Breslov) 

 

©Ruth Percowicz - Todos los derechos reservados

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