

Comer y Evitar el Fin de los Tiempos

El Talmud con casi 2000 años, nos describe el momento actual:
✓ Las situaciones irán empeorando yendo de muy mal a muy peor
✓ Habrá falta insolencia, arrogancia y vulgaridad hacia el prójimo en todos los rincones de la Tierra
✓ Nadie aceptará la crítica del otro
✓ Todo será público, falso y superficial
✓ La juventud no respetará a sus mayores
✓ Los gobiernos profanarán la confianza de sus pueblos y exhibirán la herejía como un trofeo ante los ignorantes
✓ El instinto del mal esclavizará al hombre
✓ Las cosas verdaderas, erigidas en su esencia y las persona auténticas serán desmerecidas y despreciadas.
✓ No habrá líderes
Y esta situación tan desesperante, terrible y oscura representa la transición “más suave” de una era hacia otra (mesiánica, dicen los Sabios) de paz y pureza.
Es posible distinguir la Creación como un círculo: en un comienzo todo era puro y perfecto hasta el error del Adam de comer a destiempo del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. A partir de ese momento nos hemos alejado y errado (con cada desvío) cada vez más; y es así que bien avanzada la historia (hacia 5700 años de 6000 de eón temporal) nos encontramos en el punto más bajo y más alejado de ese estado de perfección ideal.
Así, la agenda del mal, de la no fe, de la envidia, del no esfuerzo, del aprovecharse de las debilidades de los demás llegará a su punto máximo, comenzando su inexorable declive habiendo alcanzado su energía máxima; su atrasado sin sentido y su retorcido motivo de existencia ya habrá sido desgastado y experimentado por todos arribando a su natural conclusión.
Pero como “su fin está contenido en su principio y el principio en su fin”(S. Ietziráh 1:7); el fin de los tiempos también indica el comienzo de uno nuevo, de un retorno (mejorado) sobre sí mismo.
Una oportunidad de evitar, aliviar o atrasar el fin, podría darse llevando a cabo un gran Tikún (o rectificación) del error que cometió el Adán al comer del fruto del Árbol prohibido.
Dado que la caída y contracción espiritual se produjo al comer impulsivamente de un árbol, es posible crear una elevación y expansión divinas al ingerir frutos con discernimento y santidad. Esto tiene un enorme significado, por eso este no muy conocido ritual (más secreto que otros), es una ocasión especial para el renacimiento espiritual. Recordemos que un árbol no tiene un ciclo de crecimiento definitivo sino que crece permanentemente.
Tu'B'Shevat es el día de la resurrección de la vida vegetal, en el hemisferio norte. Durante los meses de invierno, el reino vegetal permanece dormido en la tierra congelada, esperando la primavera para enviar nuevamente sus semillas y florecer sobre la tierra. Sin embargo, como sabemos, ninguna forma de vida y crecimiento puede surgir abajo sin recibir primero su contraparte espiritual de alimento desde Arriba.
Con la esperanza de que el Creador tenga esto en cuenta, y nos permita drenar Su savia diga: “Baruj Atá Adonai Eloheinu Melej haOLam Boré Pri HaEtz”. Bendito Seas Tú, Señor Nuestro Dios, Rey del Universo, Creador del fruto de los árboles.”
Y más tarde, a lo largo del día, luego de repetir conscientemente la bendición y tener presente lo que significa, nútrase comiendo: higos, uvas, manzanas rojas, peras y membrillos para rectificar el error en Olam haBriáh (el mundo del pensamiento). Éstas frutas se comen con la cáscara (o klipáh).
También ingiera dátiles, aceitunas, bayas, arándanos, cerezas o espino rojo para rectificar el error en Olam haIetziráh (el mundo de las emociones). Éstas tienen la klipáh (o semilla) en su interior que se elimina.
Además consuma granadas, almendras, avellanas, maní, nueces para rectificar el error en Olam HaAssiáh (el mundo material). Éstas, en cambio, tienen la klipáh en el exterior que se elimina.
Olam haAtzilut (el mundo espiritual) no tiene klipot (por así decirlo) y además es el lugar del cual se drena el influjo espiritual o Shefa para efectuar el Tikún.
Cada Olam tiene una selección de 5 frutas correspondientes a cada uno de los niveles del alma.
Con esto, dicen los cabalistas, reforzamos la recepción del influjo espiritual o Shefa que llega desde lo más Alto hasta el interior más profundo de nuestro cuerpo, nutriendo de pura luz y espíritu divino, corrigiendo nuestro primer error y mejorando nuestro trayecto por la Tierra.
©Ruth Percowicz - Todos los derechos reservados